miércoles, 11 de noviembre de 2015

Horas, dios de los misterios

Nacido una primera vez, junto a sus cuatro hermanos, durante los famosos cinco días añadidos al año precisamente para este alumbramiento, Horus, en tanto que Haroeris, también llamado Horus «el Viejo», es una divinidad de contornos imprecisos. Este dios está relacionado para algunos con el significado de los sueños. Es su segundo nacimiento, del vientre de Isis fecundada por Osiris, el que le llevará a realizar su gesta. Pero antes de realizarla, recién nacido, Horus es, como diría Plutarco, (Isis y Osiris, 19): «Un niño débil de piernas, que recibió el nombre de Harpócrates». 

Horas, dios de los misterios



Horus, en tanto que Harpócrates, era representado con los atributos característicos de la infancia: cabeza rapada, salvo una trenza de cabellos cayendo sobre la oreja, y el dedo en la boca; esto último haría de él, lógicamente, el dios del silencio, y, por ello, el dios de los misterios y de la iniciación. Su debilidad al nacer se ha asociado con el amanecer, ese momento crítico en el que parece que la luz del sol no va a conseguir vencer las tinieblas; pero también se ha asociado con el horoscopo y el solsticio de invierno, ese momento en que el sol, más débil que nunca, no consigue elevarse muy alto sobre el horizonte. De todas maneras, el mismo Plutarco se vería obligado a aclarar en otro lugar (68): «No hay que imaginar que Harpócrates sea dios imperfecto en estado de infancia, ni grano que todavía no ha germinado. Hay que considerarlo como el que rectifica y corrige las opiniones irreflexivas, imperfectas y truncadas, tan extendidas entre los hombres en lo concerniente a los dioses. Por eso, y como símbolo de discreción y silencio, aplica ese dios el dedo sobre sus labios».

Horas, dios de los misterios



Pero si en tanto que alba, en tanto que sol en el oriente, en tanto que joven sol, Horus es un dios de los misterios, llegado a la edad adulta se convierte en un dios guerrero que se enfrenta con aquel que había asesinado a su padre en una serie de feroces batallas durante las cuales Seth se transforma en hipopótamo, en escorpión o en cocodrilo. En la última de ellas, Horus consigue emascular a Seth, pero este a su vez arranca el ojo de Horus, y, despedazándolo en seis trozos vuelve, como era su costumbre, a enterrarlos en diferentes lugares del país. Sin embargo, Thot consigue reunir los fragmentos del ojo y, gracias a su poderosa magia, logra reconstruir para Horus el llamado «Ojo ileso», el «oudjat». Los escribas, con el fin de conmemorar permanentemente la victoria del Bien sobre el Mal, honrar la milagrosa unificación de aquello que había sido desgarrado y garantizar así la fecundidad de las tierras y las buenas cosechas, emplearon a partir de ese momento las diversas partes del “oudjat” para expresar las fracciones de una unidad de medida de granos llamada hekat.