Antes de nada quisiéramos recomendar este fantástico artículo sobre el tarot egipcio que han escrito nuestros amigos de tarotybrujeria.com. Dicho esto vamos con el mito de Osiris:
Pese a que el propio dios del Sol, Ra, pide al dios del
viento, Shu, que mantenga alejada a su hija —la diosa de los cielos, Nut—, de
su otro hijo, Geb, el dios de la Tierra, la diosa celeste consigue burlar tanto
la prohibición como la vigilancia de su padre, y consigue realizar su deseo,
unirse con su amado hermano. Inmediatamente, el burlado Ra,
colérico, condena a la transgresora a una terrible pena: no poder dar a luz en
ninguno de los días del año (que eran entonces, nos informa el mito, 360 días).
Pero, apenado por la suerte de la diosa, de quien estaba secretamente
enamorado, Thot, el dios con cabeza de ibis que era maestro supremo de la
aritmética, de la palabra, de la escritura y, claro está, de los escribas,
decide entablar una partida de dados con la Luna, y consigue ganar a este astro
un setentaidosavo de su luz. Y es con esta ganancia con lo que Thot fabrica
esos cinco días que añade al año, que pasa así a tener 365 días de duración, y
en los que Nut puede dar a luz a las cinco divinas criaturas que han engendrado
sus entrañas: Isis, Osiris, Seth, Neftis y Haroeris.
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Tras reinar como soberano de una confederación, Osiris cae
en la trampa que le tiende su propio hermano Seth, que acaudilla un grupo de
setenta y dos conjurados. En el transcurso de un banquete, Seth presenta a sus
invitados un hermoso sarcófago, que promete regalar a aquel que se ajuste a sus
medidas. Por supuesto, el cofre es demasiado grande para
todos los allí reunidos, pero se ajusta perfectamente a la
forma de Osiris, cuando este se decide a probarlo. Y ese es el momento que
estaban esperando los conjurados que, inmediatamente, cierran el sarcófago,
atrapando en el interior al pobre Osiris y causando así su muerte. El ataúd es
arrojado a las aguas del Nilo. Arrastrado hasta el mar, las olas lo depositan
finalmente en las costas fenicias, junto a un tamarisco que, sintiendo la
santidad del cadáver que encierra, lo cubre con su tronco y ramaje. Isis,
buscando el cuerpo de aquel que era su hermano y su esposo, llega a Biblos y
descubre que el rey de esta ciudad, admirando la rara belleza del árbol que
guardaba el cuerpo de Osiris, lo había empleado como columna de su palacio. El
viaje de la desconsolada Isis en busca de su desaparecido hermano y esposo, tal
como lo narra Plutarco, es sorprendentemente similar al que realiza la diosa
griega Deméter en busca de su también desaparecida hija. Del mismo modo que la
divinidad griega halla en su peregrinar reposo y refugio en el palacio de
Keleos —donde se convierte en la nodriza del hijo de este, Demofón, a quien
está a punto de conceder la inmortalidad, la diosa egipcia se convierte en
nodriza del hijo del rey de Biblos, a quien también está a punto de hacer
inmortal. Pero cuando Isis, tras encontrar por fin el sarcófago en el que se
halla su desgraciado esposo, emprende el regreso, el joven príncipe que ha
tenido el privilegio de tenerla como nodriza no se resigna a perderla y, sin
hacerse notar, se pone a caminar tras ella. Y cuenta Plutarco que «en el primer
lugar desierto que halló en su viaje, cuando se creyó absolutamente sola, Isis
abrió el cofre. Aplicó su rostro sobre el de Osiris, le besó y lloró. El hijo
del rey iba tras ella observándola en silencio. Isis le vio al volverse,
lanzándole a causa de su cólera tan terrible mirada que aquel niño, al no poder
soportar tal terror, murió en el acto. Hay quien asegura que murió de un modo
muy distinto, cayendo al mar a consecuencia de las circunstancias citadas; mas
lo cierto es que por la diosa recibe grandes honores, porque él es a quien los
egipcios celebran en sus festines dándole el nombre de Mañeros [...] Dícese
asimismo que este Mañeros, cantado por los egipcios, fue el creador del arte de
la música».
Isis regresa con el cuerpo de Osiris a Egipto, pero el
pérfido Seth consigue robarle el cadáver y lo corta en catorce pedazos que, con
la ayuda de sus cómplices, entierra en distintos lugares. Se inicia entonces un
nuevo peregrinaje de Isis que, «ayudada por misteriosas luminarias», consigue
encontrar los lugares donde se hallan enterradas las santas reliquias y
consigue recuperarlas todas; todas, menos el sexo, que ha sido devorado por un
pez. Pese a ello, Isis consigue reconstituir la momia y hacerla volver a la
vida, gracias a sus mágicos conjuros. Resucitado, Osiris fecunda a Isis, aunque
lógicamente solo con su amor espiritual. Y finalmente Isis da a luz a Horus,
que, como es de rigor, se ocupará de vengar a su desgraciado progenitor.
Si estais interesados en saber más sobre temas esotéricos, tarot, brujería y magia, no os perdáis nuestras próximas publicaciones
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