La tradición talismánica egipcia que precede al conocido tarot egipcio sigue persistiendo en la
actualidad, mantenida a través de los siglos desde las culturas faraónicas, que
produjeron multitud de amuletos en piedra o moldeados en barro.
Destacan los amuletos de tumbas de difuntos, elaborados para
permitir el descanso de los muertos y propiciar su viaje tranquilo hacía la
eternidad. Hay que advertir, no obstante, que tales amuletos no podían evitar
el asalto de los ladrones a las tumbas, sobre todo a aquellas de personajes de
mayor rango social, que solían incluir joyas y objetos de valor al lado del
cuerpo de los difuntos.
Magos, videntes y médicos fabricaban asimismo amuletos para los vivos
representando signos jeroglíficos que atraían la suerte, la fuerza, la salud, a
belleza, etc., algunos de los cuales aun no han podido ser interpretados en la
actualidad en toda su extensión.
En una sociedad politeísta como egipcia, algunos amuletos
tomaban su poder de un dios determinado, o bien de un amuleto antiguo que se
asociaba a un dios que había probado anteriormente su eficacia y poder; al
amuleto se añadía a fuerza de la palabra mediante la invocación a partir de
oraciones o formulas que eran recitadas para atraer la energía depositada en el
amuleto
Los egipcios distinguían tres componentes básicos en el ser
humano: el ka, el ba y el dyet. Este último elemento representaba el cuerpo, el
ba el alma, que al morir se separaba dcl dyet e iba al cielo. El ka era el
fluido astral o espíritu que nace y vive con el cuerpo y que al morir queda
encadenado al sepulcro, viviendo una vida mágica, no real al no poseer ya el
cuerpo que la acompañaba; al profanarse la tumba de un difunto, destruyendo un
cuerpo momificado, el ka se dispersaba produciendo la muerte total de la
persona, y no sólo del cuerpo. Los amuletos tenían la finalidad de proteger la
tumba de los profanadores de sepulcros y evitar así esa muerte total que se
producía al dispersar el ka.
Las enfermedades eran atribuidas a la ira de los dioses, o
bien a los ka de los difuntos que estaban lejos de sus tumbas porque éstas
habían sido profanadas y se había perturbado así su descanso. En el caso de un
enfermo, debía de recurrirse al exorcismo para conseguir la desaparición de la
ira de los dioses o la huida del ka que se había instalado en su cuerpo.
Kurt Lange, egiptólogo citado por Félix Llange en su obra
Todo sobre amuletos y talismanes, ha puesto de manifiesto la importante
documentación ya interpretada de los sarcófagos y fórmulas mágicas para
amuletos, .pero sólo hasta dos siglos antes de la era cristiana. Sin embargo,
la documentación anterior a esa época escasea o no ha sido todavía descubierta
su significación exacta, limitándose los estudios realizados a conjeturas que
hacen difícil su confirmación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario