miércoles, 17 de febrero de 2016

La brujería en Italia



Italia, como tantos otros países, conoció supersticiones y extrañas prácticas de hechicería. Pueblo llano, señores y altos eclesiásticos compartieron con frecuencia parecidas inclinaciones por el mundo de las fuerzas invisibles. Las tradiciones paganas derivaron en diversas ramas brujescas, principalmente en la satánica, y en la «Vecchia», la Vieja Religión, que en inglés se conoce por «Wicca», la antigua brujería


Es difícil saber dónde termina la leyenda y dónde empieza la historia, pero se asegura que Silvestre II, antes de morir, quiso confesar que había adquirido su poder y su saber mediante ayuda satánica. La tradición hace de la papisa Juana una formidable hechicera. Juan XXII vivía atemorizado por las fuerzas que los brujos pudieran dirigir contra él. Este pontífice formó una «comisión» que había de interrogar a los sospechosos de atentar mágicamente contra su vida. El notario público Gerardo Soló, secretario de aquella comisión, logró descubrir las perversas maquinaciones del señor de Milán Galeazzo Visconti. Cierto humilde sacerdote llamado Bartolo-meo Canolati -hombre versado en operaciones mágicas- declaró haber recibido proposiciones para maleficiar al pontífice mediante una estatuilla de plata que representaba a un hombre desnudo, en cuya frente pudo leer el nombre del Papa y en cuyo pecho podía apreciarse signos mágicos. Es interesante destacar que en este extraño asunto aparece relacionado el nombre de «Dante Aleguero». El señor de Milán no quiso que éste manchase su nombre con el maleficio y ofreció mil florines de oro al sacerdote que declaró no haberlo aceptado. Los documentos de tan curioso proceso se conservan en los archivos vaticanos. (Miscelánea, 1320-9.)

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